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La Parábola del Sembrador
La Parábola del Sembrador es la primera parábola que Jesús nos entrega. Forma parte de las parábolas en la que El Maestro trata de explicar los misterios del Reino de los Cielos. También la podemos encontrar en el evangelio de Marcos.
Jesús describe un oficio muy conocido en su tiempo, el de sembrar. Así como que de otros dos elementos con el cual el sembrador tenía que estar familiarizado: la tierra y la semilla.
“El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta.” Mateo 13, 3-8
Todos tenemos un oficio
Las parábolas Jesús las relaciona con lo que rodea a sus seguidores. El oficio, las herramientas que usan, la vida diaria es utilizada como marco de sus enseñanzas.
De manera similar al sembrador, cada uno de nosotros tenemos un oficio que no solamente tiene que ver con el trabajo. Dentro de nuestro rol como persona tenemos oficios de hijo, de padre, de hermano, de amigo , de prójimo y estamos en el deber salir cada día a sembrar para ellos.
La tierra y la semilla
Por consiguiente podemos ver que en la parábola Jesús nos invita a vernos no solamente como el sembrador. En ocasiones seremos la tierra fecunda en donde se depositaran las esperanzas y nuestra fe. En otras seremos la semillas que producirá en otros esa esperanza y fe.
Ciertamente Jesús es ese sembrador, es la tierra y es la semilla. De el podemos valernos para que nuestro corazón se muestre siempre como un sembrador que nunca se desanime al salir a sembrar; que sea el mejor terreno para que crezca nuestra fe y que; brote de el ese fruto de donde saldrán semillas para otros.
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